Sobre la función fisiológica natural del útero

           


Dice Frederick Leboyer que lo que hasta ahora se han conocido como contracciones uterinas adecuadas en realidad son calambres, contracciones altamente patológicas; puesto que el útero debiera distenderse suavemente, con un movimiento rítmico y ondulante a lo largo de sus haces de fibras musculares, de arriba abajo, y tan suave y tierno como la respiración de una criatura cuando duerme plácidamente.


El obstetra inglés Grantley D. Read (1933) también llegó a la misma conclusión. Tras varios años de práctica obstétrica empezó a pensar que el dolor en el parto podría ser algo patológico, y para confirmar esta hipótesis realizó diversas investigaciones. Entre otras, realizó un estudio sobre el dolor, sobre la distribución y sensibilidadad específica de los receptores del dolor (nociceptors), lo cual le confirmó que el dolor constituye un sistema de defensa destinado a alertarnos de alguna agresión o disfunción de algún órgano o sistema (por eso, por ejemplo, tenemos más sensibilidad para el dolor en la parte delantera del cuerpo que en la espalda, al objeto de proteger las vísceras).


Asegura que un corte con el bisturí en el útero no produce dolor, y que en cambio duele muchísimo todo lo que sea la disfunción de la distensión muscular, que

habría que evitar en un parto fisiológico y normal. Este estudio, unido a su convicción de que no hay proceso fisiológico que en condiciones normales de salud se produzca con dolor, le fue confirmando sus primeras sospechas. También realizó un estudio en aborígenes africanas, observando que efectivamente el parto natural es indoloro.

El ensayista francés del siglo XVI Montaigne, afirmaba que había pueblos enteros en donde se desconocía el dolor en el parto.


Vamos a tratar de entender cómo es posible que un útero se abra con dolor, o por el contrario, con extremo placer.

El útero es una bolsa formada por haces de fibras musculares, con una puerta de salida, el cervix, donde estos haces se concentran para poder cerrar la puerta herméticamente con el fin de sostener el peso del feto, de la placenta, del líquido amniótico, etc. contra la fuerza de la gravedad; y, al mismo tiempo poder abrirse hasta los famosos diez centímetros para que salga el bebé a término. La bolsa uterina integrada en el cuerpo de la madre fue un gran invento evolutivo que resolvió de forma prodigiosa la contradicción entre la consistencia del envoltorio protector para que crezca el embrión, y su salida al llegar a término (por ejemplo, los huevos de las aves no pueden ser más consistentes porque de otro modo el polluelo a término no podría romperlo para salir). El tejido muscular es fuerte y al mismo tiempo elástico y flexible; elástico para albergar a la criatura según va creciendo, fuerte para apretar las fibras musculares del cuello y aguantar 10 ó 12 kilos de peso contra la fuerza de la gravedad, y flexible para la total relajación, distensión y apertura de la salida. Y todo esto con un dispositivo de cierre y apertura en el que participa un sistema neuroendocrino y neuromuscular, el cual a su vez depende de la

             sexualidad de la mujer. Juan Merelo-Barberá decía que este dispositivo no es otra cosa que el

orgasmo y el proceso de excitación previa, y que el orgasmo fue el invento evolutivo para

accionar la apertura del útero.


Casilda Rodrigáñez_ Pariremos con placer

La imagen es de Zeyneb Alishova.


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